Lapidis ut somnus (ritual para un encuentro)
Suspiria (guión para un sueño)
Sube y baja
Letanías
Road Movie (bitácora de viaje)
Umbra
Cruz de Palmas (bitácora de viaje)
-¡Claro… siempre la veo cuando viajo!
(Subí la montaña, remontando las nubes, subí siendo una, y bajé siendo otra)
- Este castillo tiene, al menos 200 años… ¿habías venido?
- Claro… alguna vez fui el rey de este castillo…
(La altura haciendo estragos en mí… la brisa bañando mi cara)
- Rey o reina?
- Rey… o… ¿es que no notas la fuerza que albergo?
(Con tantas caras que me invento, es difícil predecir la siguiente, la actual, la verdadera)
- Pero, ¿en esta vida, en este mundo, habías estado aquí?
- Claro… he estado aquí… en otro estado… en otro tiempo
- ¿en éste tiempo?
- si… pero hace tiempo
(Asumirse no es asumirse, es tomar el riesgo)
- ¿Te asustan las alturas?
- Me asustan
(Asumirse es mirarse)
- ¿Te asusta la velocidad?
- No… echo de menos la velocidad
(Mirar las caras que me habitan y que pueblan mis miradas)
- ¿Puedo ir mas a prisa?
- Si… de todos modos no sé medir el tiempo
(Distintas percepciones)
- ya te encontré
- si… yo también me encontré
...
Escarcha plata que me rodea
No sé
No debo
No digo
Punto intermedio que no alcanzo
Que no se acostumbra
A una presencia que desgarra
Sincro
Agnosia
Más que conquistar
Paso tanto tiempo flotando en la nada, que me olvido que tengo cuerpo, mis amigos me admiran, no se explican como nunca me duele el estómago con tantos dulces que como, yo les digo, que quizás si me duele, solo que no lo siento, es que interpuse una barrera entre mi cuerpo y yo. Solo soy capaz de sentir el sueño, y eso después de varios días de insomne labor. A mi me preocupa. Desearía sentir el hambre, el escozor, el amor. Por eso he resuelto hacer algo al respecto. Comencé hace tres semanas a ejercitar mi cuerpo, y descubrí cosas asombrosas. La primera de ellas es la ley de la gravedad. Al subir la montaña, siento su sorprendente poder, que me empuja hacia abajo y trata de detenerme en mi empeño por llegar a la cima. Siento su fuerza en todo mi cuerpo, en mi cara, en mi abdomen, pero sobre todo en mis piernas. Comienzo a admirar otra vitalidad, la de la montaña, que lucha día a día por mantenerse en pie. Mi mente también lucha, contra mi cuerpo, que quiere rendirse y dejar la cuesta. Esta pugna ha dado sus frutos, pues la fuerza he logrado fijarla en mí. Mi cuerpo ahora es otro. Más fuerte. Más sentido. Mi corazón también es otro. El cambio mas favorable es el de mi columna, ahora es derecha. Y esto me otorga una posición altiva que no esperaba. Al fortalecer los músculos de mi espalda encontré mi soporte. Y esto me hará cambiar por dentro. En algún libro leí que al activar algún músculo se acciona la parte del cerebro que lo controla. Descubrí otra cosa importante. Establecerte en conexión con tu cuerpo te hace sentir mas vivo, ser parte de algo. Optimista. Y los sentir músculos. Se percibe la raíz del movimiento, conectándome con el ambiente. Los músculos que más disfruto son los de los hombros. Estos me fijan a la tierra, pero también me elevan. No soy aerodinámica. La gravedad me clava en el mundo. Y son los hombros quienes sienten toda esta fuerza. Al tiempo que no se dejan vencer, también me impulsan, me alzan. Abre los platos de mi espalda. Y lo más agradable es, al llegar abajo, la fuerza que se siente para continuar el día. El poder que se sitúa en el estómago, y me hace caminar con aplomo.
Antropoexótica
Carta
Impermeable intervenido
"Pelada, peluda, pelempempuda"
Salón Aragua, 2002
No escribo desde la tristeza, sino desde la ausencia. Sabes yo siempre he sido muy infantil, en mis maneras, en mis gustos, en mis berrinches. Eso siempre me gustó, y lo cultivé, hasta hacer de eso, algo simbólico en mi vida. En mi defensa de tesis de grado, pensé que al estar tan nerviosa, no iba a poder hablar, así que me disfracé, me puse unos moñitos, y un impermeable transparente (debajo no tenia ropa) que yo intervine con objetos encapsulados dentro de unas bolsitas de plástico transparente, adheridas al impermeable (te mando la foto), y unas sandalias blancas con unas flores plásticas coloridas en la punta. Así era. Pero algo me sacó de ese estado de alegría suprema. Ya no puedo, aunque lo intento. A veces siento un calor que sale de mi cabeza, y creo que se me escapa el alma. Y todos se burlan. Ese algo que me quitaron, era la certeza del amor. Y desperté en la realidad de un mundo. Nunca me sentí muy atraída por las cosas externas a mí. Pero me mantenía en el mundo, en este mundo. Siempre me sentí más cómoda en la tierra de la fantasía. Pero me abrieron los ojos. Y al tratar de entenderme así, me encontré más lejana. Y quisiera volver a sentir la emoción. Eso es todo, soy espectadora. Trato de participar, pero la única manera que conozco es por medio del arte. Al leer las respuestas a las preguntas que te envié, me noté un poco infantil, y hasta me dieron pena mis requerimientos. Pero una cosa si, tenia curiosidad.
Invernadero
Caracas, 25 de septiembre
Planetaria

me portaré como la muerte.
Ramón Palomares.
Yo era una niña normal que, de tanto pasear en mi mundo, distraída, oculta tras los signos de mi interior, el tiempo pasó por mi lado y no me notó. Así fui creciendo, solo por dentro, mi cuerpo no detectó el tiempo. Y me descubrí mujer en un cuerpo de niña. Mis compañeros me rechazaron, se burlaron, a pesar de haber crecido conmigo, no podían entender que una mujer se trepara a los árboles, persiguiera arañas y cazara mariposas. Él era un niño, pero un niño de verdad, no una caricatura de niña, como yo. Su piel brillaba tanto, seguro porque creció cerca del mar y las luces del océano se incrustaron para siempre en su piel y sus ojos se tragaron todos los colores del mar. Y comenzamos a andar juntos. Jugando con las lagartijas, mojándonos bajo la lluvia. El me contaba historias de naufragios y yo le hablaba del poder de las estrellas. Nuestras familias no vieron muy bien nuestra unión. Como era posible que un niño estuviese jugando con una mujer, por muy cuerpo de niña que tenga, y que una mujer corriera dando brincos por los techos de las casas con un niño, por muy bellos que tenga los ojos. Así que decidimos ocultarnos. Buscando refugios, cómplices de nuestras aventuras. Sólo compartimos lo que comparten dos niños. Él me enseñó a volar cometas y a comer barquillas desde abajo, juntos alcanzamos las copas de los árboles y los nidos de las aves. Jugamos a la ere y fusilados y cabriolas en el río. Montamos las nubes y nos divertimos con las estrellas. Pero la realidad del mundo nos sobrepasó. Y descubrieron nuestros artilugios. Enfermé. La luna hacía estragos en mí. A veces no dormía, a veces no despertaba. Llevaron hasta mí médicos y curanderos, boticarios y chamanes. Nadie sabía lo que me ocurría. Me llevaron hasta el río, me subieron a las azoteas. Nada parecía remediar mi situación. Hasta que un buen día desperté, ya había sudado toda la fiebre de la distancia, había calcinado en mí todo vestigio de la niñez suspendida. Desperté y desperté mujer.
Perturbia
su yo en la carne extraña,
es lo que el hombre
llama noblemente
necesidad de amar.
Charles Baudelaire
Cuando te encontré, era una niña, y no te vi a ti, sino un engendro tuyo. Entonces, no pensé. Solo me adentré en tu mundo, ajeno. Me dejé llevar por las imágenes que me ofrecías, relacionándome con unas, reconociendo otras, cuestionando tantas. Me confundí, te creí otro. Me mofé, te creí inhumano. Me rebelé, te creí Dios. Pero la imagen que nos hiere, crea lazos más fuertes. Me identifiqué. Me reconocí parte de tu mundo. Continué buscando los trozos. Descubrí que seguimos a los mismos dioses, que tenemos los mismos padres. Y permaneciste mostrando el camino. Así que te seguí. Visitaba el templo a postrarme frente a tu altar. Retándote a ti, a tu imagen, y a tu engendro. Me rebelé y estaba cautiva. Osaste invadir mi ambiente, y pude tenerte cerca, no tanto, nunca oí tu voz. Aproveché para estudiarte, tus actos, tus movimientos. Quizá era yo quien te invadía. Yo no sé porqué te veía tanto. Que cosas buscaba en ti. Comencé a hablar de cómo me influían tus imágenes. De cómo la manera en la que expresas el humor se internó en mí. No parecían ser señales. Intenté aproximarme, no lo logré. Pero en ese afán de perseguir un mundo, de coleccionar retazos, me acerqué a ti, sin yo querer. Y me encontraste. Supusiste el encuentro, y no hablaste. Esperaste que mi corazón se calmara. Para agitarlo otra vez. Te presentaste, luchador. Prometiste no tocarme, y un escalofrío me recorrió, temí que fuese cierto. Pero la verdad tocaste mucho más que mi piel. Y besaste mucho más que mis labios. Liebre de Marzo. Píntame de besos.
Squizo
Parasitaria
Disfagia
Si
*
Una rosa es una rosa
Gertrude Stein
*
*
Si te pudiera esperar
detrás de tus ojos
entonces,
estaría,
siempre,
en tus pensamientos.
Si solo te pudiera llevar
al borde del abismo
y enseñarte
como se vuela sin alas
entonces, juntos
nos comeríamos
los anillos de un planeta,
después construir estrellas.
Si vieras en mi piel
mi mundo
un mundo
no tendrías necesidad de vivir en este
Porque
solo existes aquí,
porque queremos,
pero
las rosas
nacen en cualquier dimensión
como tus ojos
con los que
expresas
tanto
pero tanto amor
*
*
*