Letanías

Letanías


Nuestro exceso de sensibilidad,

nuestra piel toda poros,

es lo mejor y lo peor que nos ha

tocado en suerte, porque a causa

de ella vivimos a merced

de la atmósfera.

Gabriela Mistral.


Llegó y se apropió. Me violó. Me hirió. De pronto me encuentro prendida, atrapada. Esperando. Un segundo que cambie el mundo. No quiero cerrar esta herida abierta, quiero que me perfore otra. Y otra. Y otra. No encuentro placer alguno en la espera. En la distancia, percibida apenas por la razón, una nueva luz distingo, es preciso seguirla ahora. Cuanto sueño en mi querer. Luz que se interna en un cuerpo y que no lo deja jamás. Mágica conexión, entre un pedazo de tierra que reposa y otra que despierta. Fraguando el mundo, que lo fragua y a mí. Se encuentra lo que se busca, se oye, se siente. Cresta, vértigo. Se mete en mi vida a transgredirla. Y somos luz entre tinieblas. Si le gusta tanto, dígalo. Chapucee las palabras. Vértigo, vértigo, vértigo. Si me gusta, se lo digo. Y la esfera del orden que ocupe su lugar. Construiré mi mundo en fieltro rojo, que es tan insolente, y junto al jardín de pinos secos sentarme a esperar. Usted cruzará el portal. No se detenga. A veces sueño con sus letras, están en arial y son azules, sobre un fondo de luz que enceguece. Y quizás no somos sueño, ni distancia, ni amor, ni nada. Mujer de cristo, ruega por nosotros; mayonesa sin sal, ruega por nosotros; uñas pintadas de vino, ruega por nosotros; nubes que escupen agua, ruega por nosotros; arepa con queso rayado, ruega por nosotros; santo niño de atoche, ruega por nosotros; caramelo de mango, ruega por nosotros; perrito con sarna en la calle, ruega por nosotros; santa tecla de internet, ruega por nosotros.

No hay comentarios: