Agnosia


Mientras más débil el cuerpo,

mas exige.Mientras más fuerte,

mas obedece.

J. J. Rousseau.



Más que conquistar

en mil batallas, vale

mas conquistarse uno

mismo.

Buda.



Paso tanto tiempo flotando en la nada, que me olvido que tengo cuerpo, mis amigos me admiran, no se explican como nunca me duele el estómago con tantos dulces que como, yo les digo, que quizás si me duele, solo que no lo siento, es que interpuse una barrera entre mi cuerpo y yo. Solo soy capaz de sentir el sueño, y eso después de varios días de insomne labor. A mi me preocupa. Desearía sentir el hambre, el escozor, el amor. Por eso he resuelto hacer algo al respecto. Comencé hace tres semanas a ejercitar mi cuerpo, y descubrí cosas asombrosas. La primera de ellas es la ley de la gravedad. Al subir la montaña, siento su sorprendente poder, que me empuja hacia abajo y trata de detenerme en mi empeño por llegar a la cima. Siento su fuerza en todo mi cuerpo, en mi cara, en mi abdomen, pero sobre todo en mis piernas. Comienzo a admirar otra vitalidad, la de la montaña, que lucha día a día por mantenerse en pie. Mi mente también lucha, contra mi cuerpo, que quiere rendirse y dejar la cuesta. Esta pugna ha dado sus frutos, pues la fuerza he logrado fijarla en mí. Mi cuerpo ahora es otro. Más fuerte. Más sentido. Mi corazón también es otro. El cambio mas favorable es el de mi columna, ahora es derecha. Y esto me otorga una posición altiva que no esperaba. Al fortalecer los músculos de mi espalda encontré mi soporte. Y esto me hará cambiar por dentro. En algún libro leí que al activar algún músculo se acciona la parte del cerebro que lo controla. Descubrí otra cosa importante. Establecerte en conexión con tu cuerpo te hace sentir mas vivo, ser parte de algo. Optimista. Y los sentir músculos. Se percibe la raíz del movimiento, conectándome con el ambiente. Los músculos que más disfruto son los de los hombros. Estos me fijan a la tierra, pero también me elevan. No soy aerodinámica. La gravedad me clava en el mundo. Y son los hombros quienes sienten toda esta fuerza. Al tiempo que no se dejan vencer, también me impulsan, me alzan. Abre los platos de mi espalda. Y lo más agradable es, al llegar abajo, la fuerza que se siente para continuar el día. El poder que se sitúa en el estómago, y me hace caminar con aplomo.

Antropoexótica


No morirá la flor de la palabra, podrá morir el rostro oculto de quien la nombra hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia y de la †ierra, ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder. Nosotros nacimos de la noche; en ella vivimos; moriremos en ella. Pero la luz, será mañana para los más: para todos aquellos que hoy lloran la noche; para quienes se niega el día; para quien es regalo la muerte; para quienes está prohibida la vida. Para todos la luz, para todos todo. Para nosotros la alegre rebeldía. Para nosotros nada.El Subcomandante Marcos.




Y parece que fue ayer, y que han pasado mil años. Me parece que fui a Marte, y no encontré ningún marciano. He andado mil caminos. Pero no fui. Quizás cuando nos perdimos, decidimos encontrarnos, o tal vez no fue así. Parece que me estoy volviendo perra, y los días se me hacen meses y los meses se me hacen años. Y las feromonas. Vivo trastornada. Marco los días que vivo, para no ausentarme del todo, estableciéndome en conexión con los días de los mortales, a veces apurados, sin brillo. Y parece mentira, que al encontrarte me hallé, al querer pulirte, brillé. Me activo para sentir, y lo hago. Ya lo hago. A veces me río, porque parece que también soy loca, ocurren cosas en mí demasiado intensas como para no reír. Soltar la carcajada. Hacerla retumbar en mí. Expulsando cualquier mal pensamiento, alguna desagradable sensación. También es bueno respirar. En ciertos momentos no sé quien soy, y me duele la pierna, y no sé si seré esto. La verdad es que no encuentro un espacio para mí, y las pocas certezas que he reunido se han ido diluyendo, y ya no estoy tan segura que esta sea mi pierna. He tentado al diablo. Estoy descarriada, descuadrada y todo. Me gustaría solo pensar, ser un ente informe que solo pensara, placenteramente, entregándose a los lúdicos laberintos de la mente, y no haría falta escribir, y no lo haría. Pero soy esta que escribe, y apunta, y anota y dibuja. Y vuelvo a entrar en espíritu. Alterando mí ser. Me clavaste tu puñal de fuego para verme morir. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay! Dios. Te derramaste

Carta


Ocseneba en trance
Impermeable intervenido
"Pelada, peluda, pelempempuda"
Salón Aragua, 2002


No escribo desde la tristeza, sino desde la ausencia. Sabes yo siempre he sido muy infantil, en mis maneras, en mis gustos, en mis berrinches. Eso siempre me gustó, y lo cultivé, hasta hacer de eso, algo simbólico en mi vida. En mi defensa de tesis de grado, pensé que al estar tan nerviosa, no iba a poder hablar, así que me disfracé, me puse unos moñitos, y un impermeable transparente (debajo no tenia ropa) que yo intervine con objetos encapsulados dentro de unas bolsitas de plástico transparente, adheridas al impermeable (te mando la foto), y unas sandalias blancas con unas flores plásticas coloridas en la punta. Así era. Pero algo me sacó de ese estado de alegría suprema. Ya no puedo, aunque lo intento. A veces siento un calor que sale de mi cabeza, y creo que se me escapa el alma. Y todos se burlan. Ese algo que me quitaron, era la certeza del amor. Y desperté en la realidad de un mundo. Nunca me sentí muy atraída por las cosas externas a mí. Pero me mantenía en el mundo, en este mundo. Siempre me sentí más cómoda en la tierra de la fantasía. Pero me abrieron los ojos. Y al tratar de entenderme así, me encontré más lejana. Y quisiera volver a sentir la emoción. Eso es todo, soy espectadora. Trato de participar, pero la única manera que conozco es por medio del arte. Al leer las respuestas a las preguntas que te envié, me noté un poco infantil, y hasta me dieron pena mis requerimientos. Pero una cosa si, tenia curiosidad.

Invernadero


Nadie garantiza que tengan

la misma duración todos los

segundosque vivimos,

Luís Brito García.



10 y 15, casi cinco para las diez y veinte, y me he quedado muda. Soy un mundo, tan transparente, para la luz visible, que la luz solar llega casi sin obstáculos hasta mi interior, y refleja rayos infrarrojos, que son absorbidos por mi atmósfera, calentándome, convirtiéndome en un hervidero, ocasionando un efecto invernadero dentro de mí, y ciertos días, hay calores que se escapan, y siento mucho frío, temo que se instale en mi una era glacial, otros días me nublo, la atmósfera se hace densa y nada escapa, y me empaño, sudo por dentro, pero no lloro. Nada parece detener la radiación. Caminando sola por la ciudad las horas se me vuelan, y gasto cuatro horas en comprar lentejuelas. Cuando por las noches comienzo a divagar por los confines de mi mente, marcando territorios, conquistándolos, pienso en mis freses para estos casos (todos deberían tener sus frases para estos casos), la mía: “se me despertó la tripa hotelera”. A cualquiera esto le sonaría así como un viaje, con hospedaje, muy lejos, yo, en cambio, le doy un significado mas profundo, y sutil, y es que todos esos mundillos que apenas advierto que soy, viajes por mi interior. En todo caso los símbolos emergerán, del subconsciente, del inconsciente y del consciente. ¿Es que acaso soy tres? Estos símbolos no serán revelados a todos, y yo estoy atenta, porque cada vez me importa menos los puntos de vista de las personas, más bien quiero alterarlos. Solo tengo que cerrar los ojos para estar donde quiero, cuando los cierro pierdo hasta el equilibrio, pero lo prefiero, porque pierdo la noción de la realidad. Bailar con los ojos cerrados es casi suicida, pero igual lo prefiero. Todas las cosas tienen su lado perverso, yo no soy una cosa pero también tengo mi lado perverso, que me hace ver todo diferente. Son las diez y veinte, y me he quedado muda.

Caracas, 25 de septiembre


Aunque estuve a través

del valle de las sombras,

no temeré al demonio,

porque estas conmigo.

Salmo 23.


Todos desean la libertad con la que vivo, pero pocos se atreven a pagar el precio, a tomar el riesgo. Luchan contra algo que, en el fondo, ansían. Quisiera volverme loca y percibir el mundo de otra manera. Ayer lo intenté un poquito, y casi lo logro. Soy guarda y custodia de mi subconsciente. Me dejo fluir, buscando mis razones, con los mismos ojos vueltos hacia dentro, solo encuentro picos. Avanzo en un camino y me detengo en otro. Un problema de lindero que debo resolver. Pintura, pensamiento inanimado, conjunto de pinturas, ideas libres, relaciones, pretexto para el juego de componer. En que momento dejo de ser, cuando me vuelvo a reunir. Por qué me diluyo. Comprender no es fácil, mirar, diagramar, reflexionar. Las contradicciones me albergan. Limpiaré mi corazón, lavaré mi alma… solo si me sigues… solo si me amas. Tus formas, son las formas que quiero, tus manos, las que me gustan, somos mamíferos. Espíritus carnales. La fiebre calcina mi alma. Gané un lugar aquí dentro. Los cachorros son parásitos que se chupan la vida de mi perra. Entonces. La vida se me hace parasitaria. He decidido aguzar mis sentidos, prestar más atención al lenguaje de los perros, de los árboles. Es preciso librarme de todo lo que no es mío. Hay alguien dentro de mí, que se agita y grita, retumbando en mi interior. Me invade y ya no soy. Debo calmar mi alma. Ayer lo intenté con 6 pastillas, pero solo una me calmó. No soy distinta, soy disfuncional. Pero no temo. Soy la reina del color. Y toda la noche sonó la música para mí, ya no recuerdo si era rocola o si la escribiste. Espejo retrovisor, efecto de la nada. Sombra que asusta. Bolígrafo nuevo. Nombre en mi memoria. Magnífico abrevadero. Aluciné.

Planetaria


Cuando ya no seamos el amor,

me portaré como la muerte.

Ramón Palomares.




Yo era una niña normal que, de tanto pasear en mi mundo, distraída, oculta tras los signos de mi interior, el tiempo pasó por mi lado y no me notó. Así fui creciendo, solo por dentro, mi cuerpo no detectó el tiempo. Y me descubrí mujer en un cuerpo de niña. Mis compañeros me rechazaron, se burlaron, a pesar de haber crecido conmigo, no podían entender que una mujer se trepara a los árboles, persiguiera arañas y cazara mariposas. Él era un niño, pero un niño de verdad, no una caricatura de niña, como yo. Su piel brillaba tanto, seguro porque creció cerca del mar y las luces del océano se incrustaron para siempre en su piel y sus ojos se tragaron todos los colores del mar. Y comenzamos a andar juntos. Jugando con las lagartijas, mojándonos bajo la lluvia. El me contaba historias de naufragios y yo le hablaba del poder de las estrellas. Nuestras familias no vieron muy bien nuestra unión. Como era posible que un niño estuviese jugando con una mujer, por muy cuerpo de niña que tenga, y que una mujer corriera dando brincos por los techos de las casas con un niño, por muy bellos que tenga los ojos. Así que decidimos ocultarnos. Buscando refugios, cómplices de nuestras aventuras. Sólo compartimos lo que comparten dos niños. Él me enseñó a volar cometas y a comer barquillas desde abajo, juntos alcanzamos las copas de los árboles y los nidos de las aves. Jugamos a la ere y fusilados y cabriolas en el río. Montamos las nubes y nos divertimos con las estrellas. Pero la realidad del mundo nos sobrepasó. Y descubrieron nuestros artilugios. Enfermé. La luna hacía estragos en mí. A veces no dormía, a veces no despertaba. Llevaron hasta mí médicos y curanderos, boticarios y chamanes. Nadie sabía lo que me ocurría. Me llevaron hasta el río, me subieron a las azoteas. Nada parecía remediar mi situación. Hasta que un buen día desperté, ya había sudado toda la fiebre de la distancia, había calcinado en mí todo vestigio de la niñez suspendida. Desperté y desperté mujer.