Más que conquistar
Paso tanto tiempo flotando en la nada, que me olvido que tengo cuerpo, mis amigos me admiran, no se explican como nunca me duele el estómago con tantos dulces que como, yo les digo, que quizás si me duele, solo que no lo siento, es que interpuse una barrera entre mi cuerpo y yo. Solo soy capaz de sentir el sueño, y eso después de varios días de insomne labor. A mi me preocupa. Desearía sentir el hambre, el escozor, el amor. Por eso he resuelto hacer algo al respecto. Comencé hace tres semanas a ejercitar mi cuerpo, y descubrí cosas asombrosas. La primera de ellas es la ley de la gravedad. Al subir la montaña, siento su sorprendente poder, que me empuja hacia abajo y trata de detenerme en mi empeño por llegar a la cima. Siento su fuerza en todo mi cuerpo, en mi cara, en mi abdomen, pero sobre todo en mis piernas. Comienzo a admirar otra vitalidad, la de la montaña, que lucha día a día por mantenerse en pie. Mi mente también lucha, contra mi cuerpo, que quiere rendirse y dejar la cuesta. Esta pugna ha dado sus frutos, pues la fuerza he logrado fijarla en mí. Mi cuerpo ahora es otro. Más fuerte. Más sentido. Mi corazón también es otro. El cambio mas favorable es el de mi columna, ahora es derecha. Y esto me otorga una posición altiva que no esperaba. Al fortalecer los músculos de mi espalda encontré mi soporte. Y esto me hará cambiar por dentro. En algún libro leí que al activar algún músculo se acciona la parte del cerebro que lo controla. Descubrí otra cosa importante. Establecerte en conexión con tu cuerpo te hace sentir mas vivo, ser parte de algo. Optimista. Y los sentir músculos. Se percibe la raíz del movimiento, conectándome con el ambiente. Los músculos que más disfruto son los de los hombros. Estos me fijan a la tierra, pero también me elevan. No soy aerodinámica. La gravedad me clava en el mundo. Y son los hombros quienes sienten toda esta fuerza. Al tiempo que no se dejan vencer, también me impulsan, me alzan. Abre los platos de mi espalda. Y lo más agradable es, al llegar abajo, la fuerza que se siente para continuar el día. El poder que se sitúa en el estómago, y me hace caminar con aplomo.